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- Código del diagnóstico: 00312
- Dominio del diagnóstico: Dominio 11 – Seguridad/protección
- Clase del diagnóstico: Clase 2 – Lesión física
- Estado del diagnóstico: Diagnósticos actuales
El diagnóstico NANDA-I ‘Lesión por presión en adultos’ es un aspecto fundamental en la práctica de enfermería, ya que refleja el compromiso de los profesionales de la salud con el bienestar y la integridad de la piel de sus pacientes. Estas lesiones, a menudo olvidadas, pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida y en la recuperación de los individuos, especialmente en poblaciones vulnerables como los ancianos o aquellos con movilidad reducida. Abordar este diagnóstico no solo mejora los resultados del paciente, sino que también resalta la importancia de la prevención y el cuidado integral en el entorno clínico.
Este post se propone explorar a fondo el diagnóstico NANDA-I ‘Lesión por presión en adultos’, comenzando por su definición precisa y continuando con un análisis detallado de sus características tanto subjetivas como objetivas. Además, se abordarán los factores relacionados que contribuyen a su desarrollo, así como las poblaciones en riesgo y las condiciones asociadas. Al ofrecer una visión integral de este diagnóstico, el artículo tiene el objetivo de proporcionar herramientas y conocimientos necesarios para mejorar la práctica de enfermería y, por ende, la atención al paciente.
Definición del Diagnóstico NANDA-I
El diagnóstico NANDA-I ‘Lesión por presión en adultos’ se refiere a la identificación y evaluación de daños localizados en la piel y en los tejidos subyacentes, que ocurren como resultado de la presión sostenida o de una combinación de presión y cizallamiento, especialmente en personas adultas que pueden tener factores de riesgo asociados, tales como inmovilidad, desnutrición, o condiciones médicas que afectan la circulación sanguínea y la integridad de la piel. Este diagnóstico implica un análisis cuidadoso de la integridad cutánea y los síntomas reportados por el paciente, que pueden incluir enrojecimiento, dolor o la presencia de úlceras, clasificándose en diferentes grados según la severidad de la lesión, lo que ayuda a guiar intervenciones de enfermería específicas para prevenir la progresión de la lesión y fomentar la cicatrización. Las personas mayores de 18 años son particularmente vulnerables a este tipo de lesiones, que pueden comprometer significativamente su estado de salud y calidad de vida si no se gestionan adecuadamente, subrayando la importancia de la intervención temprana y la implementación de estrategias de prevención efectivas en entornos de atención médica.
Características Definitorias del Diagnóstico NANDA-I
El diagnóstico NANDA-I «Lesión por presión en adultos» se identifica por características definitorias. A continuación, se explican:
- Alteraciones de la Piel
- Ampolla llena de sangre: La formación de ampollas llenas de líquido sanguíneo es un signo clásico de daño tisular profundo. Indica que el colágeno y las células de la piel han sido afectados, produciendo una respuesta inflamatoria que promueve la acumulación de líquidos. Su presencia es crítica, ya que sugiere un estado avanzado de la lesión, donde la integridad de la piel está comprometida, y evidencia el riesgo de infecciones como complicaciones.
- Eritema: El enrojecimiento de la piel es a menudo el primer signo de una lesión por presión. Este puede alertar sobre la hipoxia tisular y la inflamación, indicando que el suministro de sangre a la zona ha sido comprometido. Un erittema que no desaparece con la presión (eritema persistente) es un signo definitivo de daño tisular, que requiere monitoreo y atención para prevenir la progresión a úlceras severas.
- Pérdida parcial del grosor de la dermis: Esta característica implica una lesión que afecta las capas superficiales de la piel, evidenciando la respuesta del organismo ante la presión continua. La pérdida parcial indica que aún existe un remanente de función protectora de la piel, lo que puede ser un indicador de que el tratamiento y las intervenciones pueden aún ser eficaces si se manejan a tiempo.
- Área localizada morada de piel intacta descolorida: Esta manifestación representa una alteración en la perfusión sanguínea y puede ser el resultado de presiones prolongadas que comprometen el flujo sanguíneo. La coloración púrpura sugiere daño endotelial en los capilares subyacentes, siendo crítico para una evaluación temprana y la prevención de la progresión hacia lesiones más severas.
- Pérdida de Tejido y Gravedad de la Lesión
- Pérdida de tejido de espesor total: La pérdida total del grosor de la piel indica que no solo se han afectado las capas superficiales, sino que hay daño en la dermis e incluso en tejidos más profundos. Esto representa un estado avanzado de la lesión y un claro compromiso de las funciones protectoras de la piel, lo que predispone a una mayor probabilidad de infección y complicaciones. Su identificación es crucial para la planificación de intervenciones adecuadas.
- Pérdida de tejido de espesor total con hueso expuesto: Esta grave manifestación no solo revela un daño severo en los tejidos, sino que también pone de manifiesto la vulnerabilidad del sistema murario del cuerpo, mostrando que el hueso está en contacto directo con agentes externos, aumentando el riesgo de infecciones óseas. La presencia de hueso expuesto es una indicación crítica de que se necesita intervención quirúrgica posiblemente para curar adecuadamente la lesión.
- Pérdida de tejido de espesor total con músculo expuesto: Al igual que la pérdida de tejido con hueso expuesto, la exposición del tejido muscular señala un daño extensivo que compromete la integridad estructural. Este tipo de lesiones requerirá un enfoque multidisciplinario para su tratamiento, incluyendo cuidados avanzados y posiblemente cirugía para restaurar la función y prevenir infecciones.
- Pérdida de tejido de espesor total con tendón expuesto: Este es un grado extremadamente serio de lesión, donde la exposición del tendón no solo significa que la cobertura protectora está gravemente comprometida, sino que también puede impactar la funcionalidad de la extremidad afectada. Este requiere atención médica inmediata y un plan de gestión eficaz para abordar tanto la curación de la herida como la rehabilitación funcional.
- Signos de Inflamación y Sensibilidad
- Calor localizado en relación con el tejido circundante: La localización de calor en el área afectada por presión indica una respuesta inflamatoria, señalando la actividad del sistema inmunológico en la zona. Esto sugiere que hay un proceso activo de curación o, alternativamente, que se está produciendo una infección. La medición de la temperatura en la piel puede servir como un predictor eficaz de la evolución de la lesión y la respuesta a las intervenciones.
- Dolor en puntos de presión: La presencia de dolor o sensibilidad en áreas específicas donde hay presión sostenida es indicativa de la activación de nociceptores, lo que refuerza la idea de que el tejido subyacente se encuentra en un estado comprometido. Este síntoma subjetivo es clave en la evaluación del dolor del paciente y debe ser considerado en la estrategia integral de manejo del dolor y cuidado de las lesiones por presión.
- Aspectos de la Úlcera
- Úlcera cubierta por escara: La escara es una costra que se forma sobre la piel lesionada, lo que dificulta la evaluación del tejido subyacente. Esta característica puede ocultar la gravedad de la lesión y complicar el proceso de curación, siendo necesario desbridar la escara para evaluar mejor la profundidad y el estado de la úlcera.
- Úlcera cubierta por membrana necrótica: La presencia de tejido necrótico indica que la necrosis se ha establecido en el sitio de la lesión, impidiendo la curación y fomentando un entorno propicio para infecciones. Este hallazgo requiere intervención inmediata para remover el tejido no viable y fomentar un entorno adecuado para la curación.
Factores Relacionados (Etiología) del Diagnóstico NANDA-I
La etiología de «Lesión por presión en adultos» se explora con sus factores relacionados. A continuación, se explican:
- Factores Externos
- Microclima alterado entre la piel y la superficie de apoyo: La interacción de la piel con el entorno inmediato, como la humedad y la temperatura, afecta su integridad. Un microclima inadecuado puede inducir maceración y debilitar el tejido cutáneo, haciéndolo más susceptible a lesiones por presión.
- Acceso inadecuado a equipos apropiados: La falta de camas, colchones o dispositivos de alivio de presión puede impedir medidas efectivas de prevención. Sin estos recursos, la presión sobre áreas vulnerables se mantiene, incrementando el riesgo de lesiones.
- Conocimiento inadecuado de estrategias de prevención: La falta de capacitación del personal y cuidadores reduce la aplicación de técnicas eficaces en el manejo de pacientes, lo que puede resultar en descuidos en los cuidados diarios que aumentan el riesgo de úlceras.
- Presión sobre prominencias óseas: Las zonas óseas, como sacro, caderas y talones, son objetivos principales para las lesiones por presión. La presión elevada y sostenida sobre estas áreas puede comprometer la perfusión y, a su vez, dañar los tejidos blandos, generando úlceras.
- Fricción y cizallamiento: Estas fuerzas mecánicas pueden desgarra la epidermis, especialmente en pacientes con movilidad restringida. Fricciones constantes y movimientos bruscos exacerban el daño, creando condiciones ideales para la formación de lesiones por presión.
- Factores Internos
- Actividad física disminuida: La inmovilización contribuye a la falta de cambio de posición y a la presión continua en áreas específicas. Un menor movimiento promueve la hipoxia de los tejidos y, en consecuencia, pueden desarrollarse lesiones.
- Hipertermia: Un aumento en la temperatura corporal puede acelerar los procesos metabólicos de los tejidos, llevando a un mayor consumo de oxígeno en áreas ya comprometidas. Esta hipoxia puede afectar la recuperación de la piel y facilitar la aparición de lesiones.
- Malnutrición proteico-energética: Los déficits nutricionales afectan la capacidad de cicatrización y la integridad cutánea. La falta de proteínas y calorías adecuadas perjudica la regeneración celular, indispensable para la salud cutánea y la prevención de úlceras.
- Uso de tabaco: El tabaquismo afecta negativamente la circulación sanguínea, lo que disminuye el suministro de oxígeno a los tejidos. La vasoconstricción inducida por el tabaco también afecta la respuesta a la presión y puede contribuir al desarrollo de lesiones por presión.
- Adherencia inadecuada al tratamiento: La falta de cumplimiento en el manejo de condiciones como la incontinencia puede resultar en un aumento de la humedad en la piel. Esta humedad, combinada con la presión, crea un entorno propenso para el desarrollo de lesiones por presión.
Población de Riesgo para el Diagnóstico NANDA-I
Ciertos grupos son más susceptibles a «Lesión por presión en adultos«. A continuación, se explican:
- Individuos en cuidados prolongados y hospitalarios: Este grupo incluye a aquellos que residen en hogares de cuidado de ancianos, unidades de cuidados intensivos y aquellos en cuidados paliativos. Estas personas suelen experimentar una movilidad limitada, ya sea por su condición física o por los cuidados que requieren. Las camas y sillas en estas instituciones a menudo no están diseñadas para la prevención de lesiones por presión, y la atención continua puede verse afectada por la naturaleza crítica de sus condiciones, lo que eleva significativamente su riesgo.
- Individuos con movilidad reducida: Los pacientes en rehabilitación y aquellos en tránsito hacia o entre entornos de atención clínica son también vulnerables. La movilidad temporalmente reducida puede dificultar que estas personas cambien de posición con frecuencia, lo que es crucial para la circulación sanguínea y la reducción de la presión en puntos específicos del cuerpo. Además, cualquier cambio en el entorno, como el traslado entre hospitales, puede interrumpir sus rutinas de cuidados y aumentar la probabilidad de desarrollar lesiones por presión.
- Individuos en cuidado domiciliario: Aquellas personas que reciben cuidados en el hogar dependen significativamente de sus cuidadores. Si estos cuidadores no están adecuadamente informados sobre la prevención de lesiones por presión, el riesgo aumenta considerablemente. Esta dependencia puede llevar a una mala gestión del cambio de posición y a descuidos en el cuidado de la piel, teniendo en cuenta que muchos cuidadores pueden ser familiares sin formación específica en el manejo de la salud.
- Individuos con condiciones físicas adversas: Aquellos con un puntaje ASA de 3 o más están clasificados como pacientes con condiciones médicas significativas que afectan su movilidad y su capacidad de autocuidado. Estos pacientes a menudo requieren cuidados más complejos que pueden no ser atendidos adecuadamente, aumentando el riesgo de lesiones por presión. Además, la obesidad y la desnutrición son factores exacerbadores en este grupo, dado que ambos afectan la integridad de la piel y la circulación sanguínea.
- Adultos mayores: Este grupo se caracteriza por una disminución general de la elasticidad de la piel y una mayor susceptibilidad a la isquemia debido a cambios en la circulación. Su capacidad de percepción del dolor y su reacción ante situaciones que podrían causar lesiones está disminuida, lo que contribuye a la falta de movimiento y atención a las zonas de presión. Los adultos mayores también pueden tener múltiples comorbilidades que complican su cuidado y atención.
- Individuos con historia de lesiones por presión: Aquellos que ya han sufrido lesiones por presión previamente tienen un riesgo considerablemente mayor de experimentar recurrencias. La piel de estas personas puede haber sufrido daños estructurales y la memoria biológica del cuerpo puede hacer que sea más difícil para estas personas sanar completamente, lo que exige un monitoreo más atento y estrategias de prevención reforzadas.
- Individuos con discapacidades físicas: Las personas con discapacidades que limitan su capacidad de movimiento son propensas a la aparición de lesiones por presión. Estas limitaciones pueden deberse a condiciones congénitas, traumas o enfermedades degenerativas que afectan su movilidad y capacidad de autocuidado. La falta de control sobre su posición corporal puede incrementar el riesgo de que las zonas de presión se conviertan en lesiones graves si no se interviene adecuadamente.
Condiciones Asociadas al Diagnóstico NANDA-I
El diagnóstico «Lesión por presión en adultos» puede coexistir con otras condiciones. A continuación, se explican:
- Anemia La anemia provoca una reducción en el transporte de oxígeno a los tejidos, lo que puede resultar en debilidad y fatiga en los pacientes. Esta disminución de energía puede limitar la movilidad y la capacidad de cambiar de posición, aumentando el riesgo de lesiones por presión en áreas vulnerables de la piel.
- Enfermedades cardiovasculares Estas enfermedades pueden comprometer la circulación sanguínea, lo que disminuye la perfusión adecuada de los tejidos. Una perfusión inadecuada conduce a una menor oxigenación y nutrientes en la piel, favoreciendo la aparición de lesiones por presión, especialmente en pacientes inmovilizados o con movilidad reducida.
- Enfermedades del sistema nervioso central Afectan la sensibilidad y la movilidad del paciente, lo que puede llevar a la incapacidad de detectar la presión excesiva en la piel. Esta pérdida de percepción puede resultar en lesiones graves antes de que un cuidador o el propio paciente noten la necesidad de mover o aliviar la tensión sobre la piel.
- Diabetes mellitus Esta condición se asocia con alteraciones en la cicatrización de heridas y cambios en la perfusión cutánea. Los pacientes diabéticos a menudo presentan neuropatía que disminuye la sensibilidad en las extremidades, lo que incrementa el riesgo de desarrollar lesiones por presión debido a la falta de reacción ante la presión o el daño en la piel existente.
- Inmovilización La inmovilización prolongada de un paciente, ya sea por condiciones médicas o quirúrgicas, aumenta el tiempo de presión sobre áreas específicas del cuerpo. Sin cambios regulares de posición, las estructuras cutáneas se ven comprometidas, aumentando significativamente el riesgo de lesiones por presión.
- Circulación comprometida Cualquier condición que impida un flujo sanguíneo adecuado, como enfermedades vasculares periféricas, puede aumentar la susceptibilidad a lesiones por presión. Sin el adecuado suministro de sangre, los tejidos se vuelven más frágiles y propensos a sufrir daños por la presión sostenida.
- Lesiones de la médula espinal Pacientes con lesiones medulares a menudo pierden el control de ciertos músculos y la sensibilidad en áreas por debajo de la lesión, y son incapaces de sentir dolor o incomodidad, lo que puede llevar a lesiones por presión sin ser conscientes de la necesidad de cambiar de posición o aliviar la presión en la piel.
- Discapacidad intelectual Aquellos con discapacidades cognitivas o intelectuales pueden tener dificultades para comunicarse o reconocer la importancia de la movilidad. Esto puede resultar en una falta de autovaloración de su estado de salud, aumentando el riesgo de desarrollar lesiones por presión debido a la falta de educación o conciencia sobre el cuidado de la piel.
- Trauma físico Lesiones previas pueden predisponer a los individuos a lesiones por presión, ya que el tejido puede estar debilitado o haber curado de manera deficiente. El trauma puede afectar la circulación sanguínea y también puede llevar a periodos de inmovilización, lo que agregaría riesgo adicional al cuadro general del paciente.
- Duración prolongada del procedimiento quirúrgico Los procedimientos quirúrgicos largos suelen involucrar una inmovilización en una misma posición, lo que incrementa el riesgo de lesiones por presión. El tiempo prolongado bajo anestesia puede comprometer la movilidad y la percepción del paciente, lo que aumenta la posibilidad de que no se reconozca la necesidad de cambios de posición.
Objetivos NOC / Resultados Esperados
Para el diagnóstico NANDA-I «Lesión por presión en adultos«, se plantean los siguientes resultados esperados (NOC) que guiarán la evaluación de la efectividad de las intervenciones de enfermería. Estos objetivos se centran en la mejora del estado del paciente en relación con las manifestaciones y factores etiológicos del diagnóstico:
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Integridad de la piel
La integridad de la piel es un resultado crucial para el diagnóstico de lesión por presión, ya que la restauración y el mantenimiento de la salud cutánea son fundamentales para prevenir complicaciones adicionales. Se espera evaluar si el paciente presenta piel sin lesiones, enrojecimientos o áreas de necrosis. -
Conocimiento sobre el cuidado de la piel
Este resultado es relevante porque el conocimiento del paciente y su familia acerca de las medidas preventivas puede disminuir el riesgo de desarrollar nuevas lesiones por presión. Se espera lograr que el paciente entienda y practique correctamente la higiene y el cuidado de la piel, lo que es clave para la autocuidado. -
Movilidad física
La movilidad física se relaciona directamente con la capacidad del paciente para cambiar de posición, lo cual es esencial para aliviar la presión en áreas vulnerables. Se espera que el incremento en la movilidad ayude a reducir la formación de lesiones y contribuya al bienestar general del paciente. -
Confort
Este resultado es importante para asegurar que el paciente no solo esté libre de lesiones, sino que también se sienta cómodo y sin dolor. La evaluación del confort es fundamental para determinar la efectividad de las intervenciones en el manejo del dolor asociado con las lesiones por presión.
Intervenciones NIC / Plan de Cuidados de Enfermería
Para abordar el diagnóstico NANDA-I «Lesión por presión en adultos» y alcanzar los objetivos NOC propuestos, se sugieren las siguientes intervenciones de enfermería (NIC). Estas intervenciones están diseñadas para tratar los factores etiológicos y las manifestaciones del diagnóstico:
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Prevención de lesiones por presión
Esta intervención implica identificar los factores de riesgo y establecer medidas preventivas, como el cambio de posición frecuente, el uso de superficies especiales para la presión y la evaluación de la piel. Su propósito es reducir la incidencia de lesiones por presión mediante la mejora de la circulación y la reducción de la fricción. -
Cuidado de la piel
Se centra en la limpieza regular y la hidratación de la piel para mantener su integridad. Esta intervención ayuda a prevenir la formación de lesiones al mantener la piel nutrida y reducir la suciedad o contaminantes que podrían contribuciones a la erosión cutánea. -
Educación al paciente y familiares sobre cuidados de la piel
Consiste en proporcionar información a los pacientes y a sus familiares sobre la importancia del cuidado de la piel, el cambio de postura y la revisión diaria de la piel. Esto potencia el autocuidado y promueve la toma de decisiones informadas para prevenir lesiones por presión. -
Movilización
Fomenta el aumento de la actividad física del paciente, siempre que su condición lo permita. La movilización regular ayuda a mejorar la circulación, reduce la presión en áreas vulnerables y promueve un bienestar físico general, ayudando así en la prevención de lesiones por presión. -
Evaluación del riesgo de lesiones por presión
Implica la utilización de herramientas de evaluación estandarizadas para identificar a aquellos pacientes en riesgo de desarrollar lesiones por presión. Al detectar estos riesgos con anticipación, se pueden implementar intervenciones más específicas y adecuadas para prevenir su aparición.
Actividades de Enfermería Detalladas
Las intervenciones NIC para el diagnóstico NANDA-I «Lesión por presión en adultos» se componen de actividades específicas que el personal de enfermería lleva a cabo para proporcionar cuidados efectivos. A continuación, se detallan ejemplos de actividades para las intervenciones clave identificadas:
Para la Intervención NIC: Prevención de lesiones por presión
- Evaluar la piel del paciente al menos una vez al día, documentando cualquier cambio en la integridad cutánea para detectar lesiones en etapas tempranas.
- Implementar un programa de cambio de posición cada 2 horas para disminuir la presión sobre áreas vulnerables del cuerpo, ayudando a mejorar la circulación.
- Usar superficies especiales para la presión (colchones y cojines) en pacientes en riesgo para redistribuir la presión y minimizar el contacto directo con la superficie dura.
Para la Intervención NIC: Cuidado de la piel
- Limpiar la piel del paciente con soluciones suaves y esponjas no abrasivas, asegurando que no se use demasiado fricción para prevenir lesiones adicionales.
- Aplicar cremas hidratantes o emolientes en áreas secas o propensas a la erosión, con el fin de mantener la piel nutrida y su integridad.
- Monitorear signos de infección como enrojecimiento o supuración en áreas lesionadas y reportar cambios al médico para un manejo adecuado y temprano.
Para la Intervención NIC: Educación al paciente y familiares sobre cuidados de la piel
- Organizar sesiones informativas para explicar la importancia del cuidado de la piel y cómo realizar un autocontrol adecuado, fomentando la participación activa del paciente.
- Proporcionar material impreso sobre técnicas de cambio de postura y cuidados específicos para la prevención de lesiones por presión.
- Instruir a los familiares sobre cómo ayudar en la movilización del paciente y sobre signos de advertencia que deben observar en la piel del paciente para alerta temprana.
Sugerencias y Consejos Prácticos
Para manejar de manera más efectiva el diagnóstico NANDA-I «Lesión por presión en adultos» y mejorar el bienestar, se ofrecen las siguientes sugerencias y consejos para pacientes y sus familias:
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Reposicionamiento regular
Es fundamental cambiar de posición al paciente cada 2 horas. Esto reduce la presión en áreas vulnerables del cuerpo y promueve la circulación sanguínea, previniendo así las lesiones por presión.
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Usar almohadas y cojines
Apoyar las áreas afectadas con almohadas o cojines puede aliviar la presión y proporcionar comodidad. Utiliza cojines específicos para la prevención de lesiones por presión, que distribuyen el peso adecuadamente.
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Mantener la piel limpia y seca
Una buena higiene es esencial. Lava la piel con jabón suave y asegúrate de secarla bien, especialmente en áreas donde se acumula la humedad, como pliegues de la piel, para prevenir irritaciones y úlceras.
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Aplicar cremas hidratantes
El uso de cremas o lociones hidratantes en la piel puede ayudar a prevenir la sequedad y a fortalecer la barrera cutánea. Asegúrate de que la piel esté intacta antes de aplicar cualquier producto.
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Optimizar la nutrición
Una dieta equilibrada rica en proteínas, vitaminas y minerales es crucial para la salud de la piel y la curación de lesiones. Asegúrate de consumir suficientes nutrientes para favorecer la regeneración celular.
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Evitar ropa ajustada
Usa ropa holgada y de tejidos suaves para evitar la fricción y la presión en la piel. Las prendas ajustadas pueden contribuir a la formación de heridas, así que elige opciones cómodas y adecuadas.
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Evaluar el estado de la piel diariamente
Realizar inspecciones diarias de la piel ayuda a detectar cualquier cambio prontamente. Busca enrojecimiento, hinchazón o cualquier signo de daño; actuar rápidamente puede prevenir complicaciones mayores.
Ejemplo Práctico / Caso Clínico Ilustrativo
Para ilustrar cómo el diagnóstico NANDA-I «Lesión por presión en adultos» se aplica en la práctica clínica y cómo se aborda, consideremos el siguiente caso:
Presentación del Paciente y Contexto Clínico
Paciente masculino de 72 años, con antecedentes de hipertensión y diabetes tipo 2, ingresado por fractura de cadera. En la valoración inicial, se observa movilidad reducida y dependencia para las actividades de la vida diaria, lo que aumenta el riesgo de lesiones por presión.
Valoración de Enfermería
Durante la valoración, se recopilaron los siguientes datos significativos:
- Dato Subjetivo: El paciente reporta incomodidad en la zona sacra y menciona: «Siento que me duele mucho cuando estoy en la cama.»
- Dato Objetivo: A la inspección, se observa enrojecimiento localizado en la región sacra, tipo I de las lesiones por presión.
- Dato Objetivo: Escala de movilidad: 8/20 (severa limitación de movimiento).
- Dato Objetivo: El paciente permanece en reposo prolongado y no se ha movilizado adecuadamente en las últimas 48 horas.
Análisis y Formulación del Diagnóstico de Enfermería NANDA-I
El análisis de los datos de valoración conduce a la identificación del siguiente diagnóstico de enfermería: Lesión por presión en adultos. Esta conclusión se basa en la presencia de enrojecimiento en la piel, que indica riesgo de lesión por presión, y la movilidad severamente reducida del paciente, lo que incrementa la falta de estímulo en la circulación de las áreas vulnerables.
Plan de Cuidados Propuesto (Objetivos e Intervenciones Clave)
El plan de cuidados se centrará en abordar el diagnóstico «Lesión por presión en adultos» con los siguientes elementos prioritarios:
Objetivos (NOC Sugeridos)
- Mejorar la integridad de la piel en sitio afectado.
- Incrementar la movilidad en el paciente para prevenir nuevas lesiones.
Intervenciones (NIC Sugeridas)
- Evaluación de la Piel:
- Realizar inspección diaria de la piel en áreas de riesgo, especialmente en la región sacra.
- Documentar cambios en la condición de la piel y reportar cualquier hallazgo significativo al médico.
- Movilización:
- Implementar un programa de cambios de posición cada 2 horas para disminuir la presión en las áreas vulnerables.
- Iniciar terapia de movilización pasiva, guiando al paciente a realizar ejercicios suaves mientras está en la cama.
Evolución y Resultados Esperados
Con la implementación de las intervenciones propuestas, se espera que el paciente muestre mejora en la integridad de la piel, con reducción del enrojecimiento y sin progresión a lesiones por presión más severas. El seguimiento continuo permitirá evaluar la eficacia de la movilización en la prevención de nuevas lesiones.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
A continuación, se responden algunas preguntas frecuentes sobre el diagnóstico NANDA-I «Lesión por presión en adultos«:
¿Qué es una lesión por presión y por qué ocurre?
Una lesión por presión es un daño en la piel y los tejidos subyacentes que ocurre cuando hay una presión prolongada sobre una área del cuerpo. Suele suceder en personas con movilidad limitada, quienes pasan mucho tiempo en una misma posición.
¿Cuáles son los factores de riesgo para desarrollar una lesión por presión?
Los factores de riesgo incluyen la inmovilidad, la incontinencia, la mala nutrición, la edad avanzada y condiciones de salud como diabetes o enfermedades vasculares. Estos factores pueden afectar el flujo sanguíneo y aumentar el riesgo de lesiones.
¿Cómo se pueden prevenir las lesiones por presión?
La prevención incluye movilizar al paciente regularmente, usar colchones y almohadas adecuadas, mantener la piel limpia y seca, y asegurar una buena nutrición e hidratación.
¿Qué signos indican que podría haber una lesión por presión?
Los signos incluyen enrojecimiento de la piel que no desaparece al retirar la presión, heridas abiertas, ampollas, o áreas duras y cálidas al tacto. Es importante revisar la piel con regularidad, especialmente en zonas de mayor riesgo.
¿Qué tratamiento se debe seguir una vez que se identifica una lesión por presión?
El tratamiento incluye desbridamiento de la herida, limpieza adecuada, apósitos especiales y, en algunos casos, terapia con presión negativa. Además, es fundamental abordar los factores que contribuyen a la lesión y mejorar la movilidad del paciente.