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- Código del diagnóstico: 00286
- Dominio del diagnóstico: Dominio 11 – Seguridad/protección
- Clase del diagnóstico: Clase 2 – Lesión física
- Estado del diagnóstico: Diagnósticos actuales
El diagnóstico NANDA-I ‘Riesgo de lesión por presión en el niño’ destaca la necesidad urgente de atención y prevención en el cuidado pediátrico. La identificación de este riesgo es crucial para los profesionales de enfermería, ya que contribuye a la salvaguarda de la integridad de la piel y del bienestar general de los pacientes más jóvenes, quienes son particularmente vulnerables a estos daños debido a su fisiología y movilidad limitadas.
Este post se propone explorar y explicar en detalle el diagnóstico NANDA-I ‘Riesgo de lesión por presión en el niño’, comenzando por su definición y avanzando hacia los factores de riesgo asociados. Se ofrecerá una visión integral que abarcará aspectos críticos como los factores externos e internos que aumentan la susceptibilidad de los niños a lesiones por presión, así como las condiciones clínicas que los predisponen, brindando así una guía útil para la práctica clínica efectiva.
Definición del Diagnóstico NANDA-I
El diagnóstico de ‘Riesgo de lesión por presión en el niño’ se refiere a la identificación de una condición en la que un niño, debido a diversos factores físicos, clínicos y ambientales, presenta una alta probabilidad de desarrollar lesiones en la piel y en los tejidos subyacentes, que son causadas por la presión sostenida o la combinación de presión con fuerzas de corte, haciendo que su piel sea vulnerable a daños. Este diagnóstico es especialmente relevante para niños de edades que van desde los 29 días hasta los 18 años, quienes pueden estar en situaciones de inmovilidad, tener condiciones crónicas, o estar en entornos donde pueden ser incapaces de cambiar de posición y aliviar la presión en ciertas áreas del cuerpo, especialmente sobre prominencias óseas. Reconocer este riesgo permite que los profesionales de salud implementen medidas preventivas adecuadas y planifiquen intervenciones específicas que aborden tanto la prevención como la educación del cuidador, fomentando así no solo la integridad de la piel sino también el bienestar general del niño.
Características Definitorias del Diagnóstico NANDA-I
El diagnóstico NANDA-I «Riesgo de lesión por presión en el niño» se identifica por características definitorias. A continuación, se explican:
- Susceptibilidad al daño localizado en la piel Esta característica refleja la capacidad del tejido para resistir la presión y otros factores que podrían comprometer su integridad. En el contexto pediátrico, la susceptibilidad al daño en la piel puede ser exacerbada por la inmovilidad prolongada, condiciones médicas subyacentes, y la falta de un adecuado posicionamiento. Cuando un niño presenta factores que limitan su movilidad, como una enfermedad aguda o una intervención quirúrgica, los tejidos cutáneos están más expuestos a la presión continua que se ejerce sobre áreas específicas del cuerpo, especialmente sobre prominencias óseas. La evaluación regular de la piel, así como la identificación de cambios en la coloración y temperatura, son cruciales para detectar signos tempranos de lesión. Esta característica es un indicador clave, ya que destaca la necesidad de implementar intervenciones preventivas adecuadas, como el cambio frecuente de posición y la utilización de superficies de soporte adecuadas, para evitar el desarrollo de úlceras por presión, las cuales pueden ocasionar complicaciones significativas en la salud del niño, prolongar la estancia hospitalaria y aumentar la carga emocional para la familia.
Factores Relacionados (Etiología) del Diagnóstico NANDA-I
La etiología de «Riesgo de lesión por presión en el niño» se explora con sus factores relacionados. A continuación, se explican:
- Clima microalterado entre la piel y la superficie de soporte La exposición a un ambiente adverso, ya sea por una alta humedad, baja temperatura o una superficie inadecuada, puede afectar la integridad cutánea. Esto se debe a que estas condiciones pueden alterar el equilibrio hídrico de la piel, disminuyendo su capacidad de resistencia a la presión y aumentándola vulnerabilidad a lesiones.
- Dificultad para que el cuidador levante completamente al paciente de la cama Esta limitación se traduce en una presión constante en ciertas áreas del cuerpo, especialmente sobre prominencias óseas, lo cual interfiere en la circulación sanguínea local. La presión sostenida puede provocar la necrosis de los tejidos blandos, haciendo que la piel se vuelva susceptible a lesiones por presión.
- Acceso inadecuado a equipo apropiado La falta de dispositivos como colchones antiescaras puede impedir la redistribución de la presión y aumentar el riesgo de lesiones. Estos dispositivos son cruciales para pacientes con movilidad reducida o con condiciones que limitan su capacidad de cambiar de posición.
- Conocimientos inadecuados del cuidador sobre la prevención de lesiones por presión La falta de capacitación en el cuidado y la prevención puede llevar a prácticas deficientes que no consideran los cambios necesarios en la posición del paciente. Esto se traduce en un mayor tiempo de presión sobre áreas críticas, aumentando el riesgo de daño tisular.
- Humedad inadecuada en la piel La piel seca es más propensa a las lesiones. La disminución de la hidratación puede estar relacionada con factores como la deshidratación o un ambiente seco. Esto afecta la resistencia de la piel y puede ocasionar microlesiones o grietas que facilitan la formación de úlceras por presión.
- Fricción y fuerzas de cizallamiento El movimiento de la piel contra superficies duras puede causar abrasiones y desgarros en la epidermis. Estos daños preexisten a la presión sostenida y pueden resultar en un compromiso del flujo sanguíneo y una cicatrización deficiente, proliferando el riesgo de lesiones por presión.
- Malnutrición proteico-energética La insuficiencia de nutrientes esenciales compromete la salud de la piel y el sistema inmunológico. La falta de proteínas, vitaminas y minerales impide la regeneración del tejido, incrementando la susceptibilidad a las lesiones por presión, ya que la piel no tiene los recursos necesarios para reparar el daño.
- Desequilibrio de agua y electrolitos La alteración en el balance hídrico y de electrolitos puede dar lugar a edemas o deshidratación, afectando la turgencia y fortaleza de la piel. Un sistema de hidratación deficiente perjudica la salud cutánea y la capacidad de respuesta a la presión, aumentando la vulnerabilidad a lesiones.
- Adherencia inadecuada al tratamiento de incontinencia La exposición prolongada a la humedad debida a la incontinencia sin un manejo adecuado puede deteriorar la integridad cutánea, ya que la piel húmeda es más susceptible a daños mecánicos, lo que a su vez representa un riesgo elevado de lesiones por presión.
- Movilidad física afectada La incapacidad para movilizarse adecuadamente ocasiona una carga mecánica excesiva sobre áreas específicas, lo cual, en combinación con la presión constante, genera un ambiente propenso a la formación de úlceras por presión, especialmente si no se implementan protocolos de movilización regular.
Población de Riesgo para el Diagnóstico NANDA-I
Ciertos grupos son más susceptibles a «Riesgo de lesión por presión en el niño«. A continuación, se explican:
- Niños en Cuidados Intensivos Debido a su estado crítico, estos pacientes suelen estar inmóviles durante períodos prolongados, lo que aumenta el riesgo de lesiones por presión. La combinación de condiciones médicas severas, la necesidad de intervenciones invasivas y el uso de dispositivos médicos, como ventiladores y catéteres, contribuyen a la alta vulnerabilidad de estos niños, ya que la movilidad limitada es un factor clave en la génesis de úlceras por presión.
- Niños en Cuidados a Largo Plazo La permanencia en una misma posición durante periodos prolongados en entornos de cuidado prolongado incrementa la presión sobre ciertas áreas del cuerpo, principalmente sobre los huesos. La falta de movilidad y la dependencia de las actividades de la vida diaria dificultan la redistribución de la presión, exponiendo a estos niños a un mayor riesgo de desarrollar lesiones cutáneas.
- Niños en Cuidados Paliativos Aunque el objetivo principal de la atención paliativa es la comodidad, la sedación y el control del dolor pueden limitar la movilidad de estos niños, lo que resulta en una mayor predisposición a desarrollar úlceras por presión. La atención a la comodidad no siempre incluye estrategias adecuadas de movilización o cambios de posición frecuentes, lo que contribuye a la vulnerabilidad.
- Niños en Rehabilitación Estos niños requieren atención especial debido a las condiciones que limitan su capacidad de moverse. Las intervenciones terapéuticas pueden incluir la inmovilización temporal, lo que aumenta el riesgo de lesiones por presión. Además, la debilidad muscular o los desbalances posturales agravan la susceptibilidad a desarrollar estas lesiones en áreas vulnerables.
- Niños en Tránsito entre Entornos de Atención Clínica El riesgo se incrementa cuando los niños son transferidos entre distintos niveles de atención, donde la continuidad y calidad de la atención pueden fluctuar. Esta inconsistencia puede resultar en una falta de evaluación continua y oportuna, aumentando la probabilidad de no detectar signos tempranos de lesión por presión.
- Niños que Reciben Atención en el Hogar La escasez de recursos y la capacitación limitada de los cuidadores en el hogar pueden dificultar la implementación de medidas adecuadas de prevención. Sin el equipamiento adecuado, como colchones especiales o dispositivos de redistribución de presión, estos niños están en mayor riesgo de padecer lesiones por presión, especialmente aquellos que son inmóviles.
- Niños con Índice de Masa Corporal Anormal Tanto los niños con sobrepeso como aquellos con bajo peso presentan riesgos específicos. Los niños con exceso de peso generan una carga mecánica que puede causar puntos de presión en la piel. Por otro lado, los niños con bajo peso pueden experimentar una falta de tejido adiposo protector, lo que los hace más vulnerables a lesiones por presión debido a la falta de amortiguación natural en áreas óseas.
- Niños con Problemas de Desarrollo Las discapacidades físicas y del desarrollo pueden limitar la capacidad de un niño para moverse y cambiar de posición por sí mismo. Esto resulta en una mayor presión en áreas específicas del cuerpo, lo que incrementa el riesgo de lesiones por presión. La necesidad de cuidados especializados también puede dificultar la implementación de medidas preventivas adecuadas.
- Niños con Problemas de Crecimiento Un crecimiento inadecuado puede afectar la piel, haciéndola más susceptible a daño por presión. Estos niños pueden tener una piel más delicada o menos resiliente, lo que significa que la integridad cutánea se ve comprometida, aumentando la posibilidad de desarrollar lesiones cuando se aplica presión continua.
- Niños con Circunferencia de Cabeza Grande y Superficie Corporal Grande La anatomía de estos niños puede predisponer a sus cuerpos a determinados puntos de presión, aumentando el riesgo de lesiones. La relación entre la superficie corporal y las áreas de contacto con la superficie de apoyo puede dar lugar a presiones desiguales, lo que incrementa la probabilidad de daño cutáneo en áreas vulnerables.
Condiciones Asociadas al Diagnóstico NANDA-I
El diagnóstico «Riesgo de lesión por presión en el niño» puede coexistir con otras condiciones. A continuación, se explican:
- Alteraciones en la integridad cutánea Estas condiciones incluyen la alteración de la estructura cutánea y un pH cutáneo alcalino. La integridad de la piel es esencial para su funcionalidad y protección. Un pH fuera del rango normal puede comprometer la barrera cutánea, facilitando la entrada de patógenos y la deshidratación. Adicionalmente, cualquier cambio en la estructura cutánea, como el adelgazamiento de las capas epidérmicas, hace que la piel sea más susceptible a lesiones por presión, lo que subraya la importancia de una vigilancia constante y cuidados apropiados en estos pacientes.
- Condiciones sistémicas La anemia y las enfermedades cardiovasculares pueden tener un impacto significativo en el riesgo de lesiones por presión. La anemia reduce la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos, lo que puede comprometer la cicatrización y aumentar la susceptibilidad a lesiones. Por su parte, las enfermedades cardiovasculares pueden provocar problemas circulatorios, que privan de nutrientes y oxígeno a la piel, aumentando el riesgo de daño. Estas condiciones requieren un enfoque interdisciplinario para manejar adecuadamente la salud general del niño y optimizar la circulación.
- Factores mecánicos y fisiológicos La inmovilización, junto con la disminución del nivel de conciencia y la discapacidad intelectual, pueden contribuir a un mayor riesgo de lesiones por presión. La falta de movimiento genera puntos de presión constante que pueden dañar los tejidos. Un nivel de conciencia bajo puede impedir que el niño responda a molestias o cambios en su posición, mientras que la incapacidad para mantener una rutina de cuidado de la piel puede agravar la situación. Por lo tanto, es crucial la implementación de programas de movilización y estimulación para minimizar estos riesgos.
- Complicaciones asociadas Condiciones como la diabetes mellitus y el edema agregan complejidad al riesgo de lesiones por presión. La diabetes puede afectar la microcirculación y la curación, mientras que el edema aumenta la presión en áreas vulnerables, facilitando el desarrollo de lesiones. La evaluación continua del estado metabólico del niño y el tratamiento eficaz de la diabetes son fundamentales para prevenir complicaciones dérmicas. Además, el manejo del edema puede ser crucial para reducir la presión en puntos específicos del cuerpo.
- Intervenciones médicas y lesiones previas Las lesiones de la médula espinal, trauma físico y procedimientos invasivos frecuentes incrementan de manera significativa el riesgo de lesiones por presión debido a su impacto directo en la movilidad y la integridad de la piel. Las intervenciones médicas pueden causar daños que predisponen a nuevas lesiones, y ante la inhabilidad para moverse, los niños se convierten en sujetos de alto riesgo. Por lo tanto, es vital implementar cuidados proactivos centrados en la protección de la piel y la movilidad en el postoperatorio.
Objetivos NOC / Resultados Esperados
Para el diagnóstico NANDA-I «Riesgo de lesión por presión en el niño«, se plantean los siguientes resultados esperados (NOC) que guiarán la evaluación de la efectividad de las intervenciones de enfermería. Estos objetivos se centran en la mejora del estado del paciente en relación con las manifestaciones y factores etiológicos del diagnóstico:
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Prevención de lesiones por presión
Este resultado es esencial porque mide la efectividad de las intervenciones implementadas para reducir el riesgo de desarrollar lesiones por presión en el niño. Se espera que, al priorizar cambios de posición y cuidados de la piel, se evite la aparición de úlceras, lo que es crítico para la salud y bienestar del niño. -
Estado de la piel
Evaluar el estado de la piel del niño permite identificar cualquier signo temprano de lesión por presión, como enrojecimiento o irritación. Este resultado es relevante porque su monitoreo continuo puede guiar las intervenciones de enfermería y asegurar que se mantenga la integridad de la piel, fundamental para prevenir complicaciones. -
Conocimiento sobre el cuidado de la piel y la posición
Este resultado refleja el nivel de comprensión del personal de enfermería, padres o cuidadores sobre los cuidados necesarios para prevenir lesiones por presión. La educación es clave en el manejo preventivo, ya que al empoderar a quienes cuidan al niño, se facilita una atención continua y adecuada que puede prevenir la aparición de lesiones. -
Movilidad y transferencia
Este resultado es crítico para asegurar que el niño pueda ser movilizado adecuadamente para reducir el riesgo de presión prolongada en un mismo lugar. Fomentar la movilidad no solo ayuda a prevenir lesiones por presión, sino que también mejora la circulación y el bienestar general del niño.
Intervenciones NIC / Plan de Cuidados de Enfermería
Para abordar el diagnóstico NANDA-I «Riesgo de lesión por presión en el niño» y alcanzar los objetivos NOC propuestos, se sugieren las siguientes intervenciones de enfermería (NIC). Estas intervenciones están diseñadas para tratar los factores etiológicos y las manifestaciones del diagnóstico:
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Prevención de lesiones por presión
Esta intervención implica realizar evaluaciones regulares de la piel y las áreas de riesgo, así como el uso de dispositivos para reducir la presión en piel en riesgo. Su propósito es identificar los primeros signos de lesión por presión y prevenir su desarrollo, asegurando que el niño permanezca cómodo y seguro. -
Cambio de posición
Consiste en reubicar al niño en intervalos regulares para aliviar la presión sobre áreas vulnerables, como sacro, talones y hombros. El objetivo es reducir la presión prolongada en estas zonas, favoreciendo la circulación y ayudando a mantener la integridad de la piel. -
Educación sobre cuidados de la piel
Implica informar a los padres y cuidadores sobre la importancia del cuidado de la piel, la correcta limpieza e hidratación, así como la necesidad de chequear diariamente la piel del niño. Esta intervención refuerza el entendimiento e implicación del entorno familiar en la prevención de lesiones por presión. -
Uso de dispositivos de alivio de presión
Se refiere a la implementación de cojines, colchones o superficies de alivio de presión para maximizar la comodidad del niño y minimizar el riesgo de lesiones. Esta intervención ayuda a redistribuir la presión del cuerpo, facilitando una mejor circulación y disminuyendo el riesgo de daño cutáneo. -
Monitoreo de la nutrición
Evaluar y asegurar una ingesta nutricional adecuada que soporte la salud de la piel y la cicatrización es esencial. El propósito es garantizar que el niño reciba los nutrientes necesarios para mantener la integridad de la piel y prevenir complicaciones asociadas con lesiones por presión.
Actividades de Enfermería Detalladas
Las intervenciones NIC para el diagnóstico NANDA-I «Riesgo de lesión por presión en el niño» se componen de actividades específicas que el personal de enfermería lleva a cabo para proporcionar cuidados efectivos. A continuación, se detallan ejemplos de actividades para las intervenciones clave identificadas:
Para la Intervención NIC: Prevención de lesiones por presión
- Realizar una evaluación diaria de la piel del niño, prestando especial atención a áreas de alto riesgo como sacro y talones, para identificar cambios o lesiones tempranas.
- Documentar cualquier hallazgo en el registro del paciente, asegurando que todo el personal de enfermería esté informado sobre el estado de la piel del niño.
- Utilizar productos para el cuidado de la piel, como cremas hidratantes o barreras, para proteger áreas vulnerables y mantener la integridad cutánea.
- Implementar un programa de educación para padres sobre cómo identificar signos de lesión por presión y la importancia del cuidado de la piel.
Para la Intervención NIC: Cambio de posición
- Establecer un cronograma de cambios de posición cada 2 horas, asegurando que el niño sea recolocado en diferentes posiciones para aliviar la presión en áreas críticas.
- Documentar cada cambio de posición en el registro del paciente, para garantizar que se sigan las pautas y se realicen los cambios necesarios.
- Instruir y capacitar a los familiares o cuidadores sobre la técnica adecuada para cambiar la posición del niño, asegurando su comodidad y seguridad.
- Observar al niño durante el cambio de posición para evaluar su respuesta y bienestar, ajustando la técnica según sea necesario.
Para la Intervención NIC: Uso de dispositivos de alivio de presión
- Evaluar la necesidad de dispositivos de alivio de presión, como colchones o cojines, y seleccionar los adecuados basados en la condición del niño y el entorno.
- Colocar correctamente los dispositivos de alivio de presión en la cama o en la silla del niño, asegurando que estén bien posicionados para maximizar su efectividad.
- Revisar regularmente el estado de los dispositivos, asegurando que se mantengan en buen estado y sean funcionales.
- Educación a padres y cuidadores sobre la importancia de utilizar estos dispositivos y cómo ayudar en su mantenimiento.
Sugerencias y Consejos Prácticos
Para manejar de manera más efectiva el diagnóstico NANDA-I «Riesgo de lesión por presión en el niño» y mejorar el bienestar, se ofrecen las siguientes sugerencias y consejos para pacientes y sus familias:
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Cambiar la posición regularmente
Es fundamental mover al niño al menos cada 2 horas si está en cama o en una silla de ruedas. Esto ayuda a aliviar la presión en áreas vulnerables y previene la formación de úlceras por presión.
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Usar colchones y cojines especiales
Incorporar un colchón antiescaras o cojines de aire puede reducir la presión en las áreas de riesgo. Estos productos están diseñados para distribuir el peso del cuerpo de manera más uniforme.
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Mantener la piel limpia y seca
Realizar baños suaves y asegurarse de que la piel esté completamente seca después puede ayudar a prevenir irritaciones y lesiones. La humedad puede aumentar el riesgo de lesiones por presión.
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Hidratar la piel
Aplicar cremas o lociones hidratantes en la piel puede prevenir la sequedad y mejorar la elasticidad. Esto disminuye la probabilidad de que se produzcan lesiones en la piel.
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Evaluar la nutrición
Una dieta balanceada rica en proteínas, vitaminas y minerales es fundamental para la salud de la piel. Asegurarse de que el niño tenga una buena nutrición puede favorecer la cicatrización de cualquier herida existente.
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Educarse sobre las señales de alerta
Es importante conocer los primeros signos de lesiones por presión, como enrojecimiento persistente o cambios en la textura de la piel. Detectar estos signos temprano puede ayudar a iniciar un tratamiento adecuado.
Ejemplo Práctico / Caso Clínico Ilustrativo
Para ilustrar cómo el diagnóstico NANDA-I «Riesgo de lesión por presión en el niño» se aplica en la práctica clínica y cómo se aborda, consideremos el siguiente caso:
Presentación del Paciente y Contexto Clínico
Paciente de 8 años, género masculino, con antecedentes de parálisis cerebral y movilidad reducida. Ingresa a la unidad de pediatría para manejo de complicaciones respiratorias secundarias a una infección. Durante la valoración inicial, se observa que permanece en cama por períodos prolongados, lo que genera preocupación por el riesgo de lesiones por presión.
Valoración de Enfermería
Durante la valoración, se recopilaron los siguientes datos significativos:
- Movilidad reducida: El paciente presenta limitación severa para cambiar de posición sin ayuda.
- Superficie de contacto prolongada: Permanencia en cama durante más de 6 horas consecutivas.
- Incontinencia: Historia de incontinencia urinaria que puede contribuir a la irritación cutánea.
- Estado nutricional: IMC en el percentil 10, lo que indica riesgo de desnutrición y piel delgada.
- Evaluación de piel: Eritema leve en sacro al momento de la valoración.
Análisis y Formulación del Diagnóstico de Enfermería NANDA-I
El análisis de los datos de valoración conduce a la identificación del siguiente diagnóstico de enfermería: Riesgo de lesión por presión en el niño. Esta conclusión se basa en la movilidad reducida del paciente, la permanencia prolongada en cama, la incontinencia, el estado nutricional comprometido y la presencia de eritema en la piel, todos factores de riesgo que indican la vulnerabilidad a desarrollar úlceras por presión.
Plan de Cuidados Propuesto (Objetivos e Intervenciones Clave)
El plan de cuidados se centrará en abordar el diagnóstico «Riesgo de lesión por presión en el niño» con los siguientes elementos prioritarios:
Objetivos (NOC Sugeridos)
- Integridad tisular mantenida a través del cuidado adecuado de la piel.
- Prevención de lesiones por presión durante la hospitalización.
Intervenciones (NIC Sugeridas)
- Cuidado de la piel:
- Evaluar diariamente las áreas de alta presión y documentar el estado dérmico.
- Aplicar crema hidratante en pieles secas y realizar limpieza adecuada tras episodios de incontinencia.
- Cambio de posición:
- Reubicar al paciente cada 2 horas para aliviar la presión en áreas predispuestas.
- Utilizar dispositivos de apoyo y cojines para disminuir la fricción en superficies de contacto.
Evolución y Resultados Esperados
Con la implementación de las intervenciones propuestas, se espera que el paciente muestre una mejora en la integridad de la piel, sin el desarrollo de úlceras por presión. La monitorización continua permitirá valorar la efectividad del plan de cuidados y realizar ajustes según sea necesario, mejorando así su calidad de vida durante la hospitalización.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
A continuación, se responden algunas preguntas frecuentes sobre el diagnóstico NANDA-I «Riesgo de lesión por presión en el niño«:
¿Qué es el riesgo de lesión por presión en el niño?
El riesgo de lesión por presión en el niño se refiere a la posibilidad de que un niño desarrolle úlceras por presión, que son lesiones en la piel y tejidos subyacentes causadas por la presión prolongada sobre la piel, generalmente en áreas donde hay prominencias óseas.
¿Cuáles son los factores que aumentan el riesgo de lesión por presión en un niño?
Los factores incluyen la inmovilización prolongada, la nutrición inadecuada, la humedad excesiva, la edad del niño, condiciones médicas que afectan la movilidad y la sensibilidad de la piel.
¿Cómo se puede prevenir el riesgo de lesión por presión en niños?
La prevención incluye cambiar regularmente la posición del niño, asegurarse de que tenga una buena nutrición e hidratación, utilizar superficies adecuadas y mantener la piel limpia y seca.
¿Cuáles son los signos de una lesión por presión en un niño?
Los signos incluyen enrojecimiento de la piel, zonas planas o brillantes, heridas abiertas, o áreas que son dolorosas o sensibles al tacto. Es importante vigilar la piel regularmente.
¿Qué debe hacer un cuidador si nota signos de lesión por presión en un niño?
El cuidador debe informar al equipo de salud de inmediato, ya que el tratamiento temprano es crucial para prevenir un mayor daño y promover la curación.











